Lista de reproducción

1. Abrid vuestra Lista de Reproducción, la que queráis, cuanta más variedad tenga mejor, y ponedla en modo Aleatorio. Es fundamental para el desafío que no sepáis que canción os puede tocar. 
2. Tenéis el rato que dura la canción para escribir un relato. Da igual que cuando la canción haya terminado no hayáis acabado el relato, dejadlo incompleto y avanzad a la siguiente canción. Tampoco importa si el relato no tiene que ver con la canción o su letra, dejad que la inspiración os salga sola. 
3. Continuad durante 5 canciones. 5 canciones, 5 relatos. 
4. Las entradas deben tener como mínimo una extensión de 100 palabras. 
¡Buena suerte!

1. Calm the Fire – Alter Bridge


El fuego nunca dejó de resultarme hipnótico. Su forma de arder, el sonido del crepitar de las llamas, el chasquido impredecible de las ascuas soltando cientos de partículas incandescentes al viento, las cuales poco a poco perdían su rojizo brillo a medida que se alzaban en la oscuridad de la noche…

De la misma manera, la adrenalina me hacía disfrutar de sus efectos aún más si cabía. Me daba la sensación de que mi cerebro realentizaba el tiempo a mi alrededor, que podía ver cada mínimo detalle de las ondas ígneas alzándose frente a mi, del calor lamiendo mi piel con saña a medida que me acercaba, de la furia encendiendo cada chispa con más fuerza que la anterior.
Fuego, oh, fuego… Sólo él conseguía hacerme sentir así. Vulnerable e indestructible al mismo tiempo. Casi como un Dios entre insectos. Pobres, míseros, despreciables insectos. “Corred, corred…”; pensaba yo. “Tarde o temprano el fuego nos alcanzará a todos”. Y ya lo creo que llegó. Yo mismo me aseguré de ello. De que todos disfrutaran del fuego tanto como yo. De que sintieran su inmisericorde mordisco en sus cuerpos, sus casas, sus amigos, sus vidas.

El caos se iría frenando a medida que el cerco ígneo se apoderaba de todo. Las oraciones a Dios poco a poco perderían su fuerza. La canción de gritos terminaría por extinguirse.

Una nube de lluvia amenazó sobre mi cabeza. Y yo di un paso hacia el frente, hacia el fuego, y dejé que me devorase con tanta avidez como a los demás. Pero yo no grité. No recé. No lloré. Ni pregunté cómo ni por qué. 
Simplemente sonreí a aquella nube tardía con satisfacción y burla mientras me inmolaba.

“Qué a tiempo, querida lluvia. A tiempo para llevarte las cenizas de lo que queda…”


2. Fear – Distrubed


Un empujón hizo que James tropezara hacia atrás y cayera ridículamente de culo sobre el suelo.
- Menudo niñato de mierda. – dijo la burlona de voz de Jacky Wolf sobre él, burlona y desafiante, como siempre. - ¡Venga, levántate ya! Estas haciendo que me aburra mucho…

Un corro de seis chicos más mayores, más grandes y más fuertes que él rodeaban a James como una manada de lobos jugueteando con su presa antes de hincarle despiadadamente el diente y desmembrarlo parte por parte para disfrutar de su sabor.
Una metáfora bastante acertada de lo que iban a hacerle, en más de un sentido.
James, con la nariz hinchada y sangrante, y con restos de golpes por toda la cara y los brazos hizo el amago de levantarse. Pero uno de los chicos le pegó semejante patada en el estómago que le dejó sin aliento y le provocó un terrible dolor, acompañado de una arcada. Tuvo la imperiosa necesidad de escupir un coágulo de sangre que se le había atascado en la garganta.

- Joder, ¡qué asco tío! – Jacky Wolf sacó la lengua en un gesto desagradable. – Dejad que se ponga de pie una vez más, y terminaremos con esto.

James jadeó, apoyando la frente en el suelo. Suspiró, intentando recuperar el aliento. No quería tener que hacer aquello, detestaba la sensación de su trasnformación, y sabía que cuando se desatara ya no podría dar marcha atrás. Pero esos seis acabarían haciéndole mucho daño, si no le mataban. Y ya no lo podía permitir.
Su cuerpo tembló y se convulsionó. Sus huesos empezaron a chascar y a mutar dolorosamente. El joven dejó ir un grito desgarrador de dolor mientras notaba su piel caerse a pedazos, sus órganos moverse de sitio, sus músculos hincharse como la tela de un globo con demasiado aire. Los seis asaltantes recularon, demasiado atónitos ante lo que estaban contemplando, demasiado confundidos como para entender…

James se levantó, sí. Pero ya no era James. Era una enorme criatura de casi dos metros de altura, pelo oscuro, ojos amarillos inyectados en sangre, henchidos de odio, garras como cuchillas, colmillos que gruñían con rabia, y forma de lobo de pesadilla, más terrorífico y mucho más leal que los que cualquiera de ellos hubiera podido ver en las películas.

Jacky Wolf sintió que se le humedecía involuntariamente la entrepierna del pantalón.


3. Trying Not to Love You – Nickelback


Al abrir los ojos, el amanecer le impactó con suavidad sobre las pupilas. Aún así, la tenue y dorada luz del alba hizo que parpadease varias veces antes de lograr enfocar las ya conocidas formas y siluetas de su habitación.
Poco a poco fue consciente de su cuerpo aún adormecido y perezoso por la baja tensión arterial, de su respiración pesada, de sus latidos profundos y de la maldita barba picándole en el cuello y bajo la mandíbula, recordándole de repente que era hora de afeitarse.
Se pasó una mano por el pelo revuelto, medio esparcido sobre la almohada. Masticó el aire sintiendo la lengua pastosa y la boca reseca por la resaca. Había tenido suerte, esa vez el dolor de cabeza parecía no venir a visitarle. Al menos por el momento.
Extendió, acto seguido, el brazo hacia su derecha, palpando entre las sábanas y el colchón blando. Esperaba encontrar con sus dedos una forma conocida, una piel suave y cálida, unos bucles tanto o más revueltos que los suyos cayendo desde una hermosa cabeza de labios rojos y tiernos, y unos ojos cerrados con restos de maquillaje y rímel en las pestañas…


4. House of Lies – Adrenaline Mob


“¡BANG! ¡BANG! ¡BANG!”
Dragan ni siquiera parpadeó ante el sonido de su arma al apretar tres veces seguidas el gatillo. El pobre desgraciado al que estaban dirigidas sus impasibles balas chilló como una maldita niña. “Tsk… qué patético”, pensó con toda su frialdad. Como quien contempla un programa de televisión predecible y poco interesante.

- Sólo lo estás poniendo más difícil, ¿sabes? – le dijo al hombre sollozante que trataba desesperadamente de romper las esposas que ataban sus manos a la silla en la que estaba sentado. Como si pudiera… - De momento sólo te he abierto agujeros en las rodillas, pero podría empezar a subir el ángulo del brazo y a afinar un poco más mi puntería…
- ¡Dios! ¡Por favor! – gimió el tipo, con toda la cara llorosa y sudurosa. - ¡Ya te he dicho todo lo que sé! ¡Te lo juro!
- Joder, Sammy… ¿de verdad vas a seguir mintiéndome a la cara? – Dragan negó con la cabeza con gesto de decepción, y se acercó al hombre. Alzó la rodilla y apoyó la suela de su bota sobre la rodilla sangrante del hombre. – Me parece que sigues sin ser consciente de tu situación…

5. What Have you Done – Plan Three


La lluvia caía imparable sobre ella. No era una lluvia muy pesada, de hecho, era más bien fina, cálida, muy propia del verano. Pero suficientemente copiosa como para haberle calado ya toda la ropa y haber penetrado con su frío hasta los huesos. Sentía la piel de gallina bajo la ropa, pero no llegó a temblar de frío.
Tal vez porque su atención estaba demasiado centrada en la figura que, en medio de la calle concurrida de gente se aproximaba en una perfecta línea negra, sin siquiera mirarla a la cara. Ella estaba completamente estática, y nadie se chocaba o se cruzaba con su presencia. Sencillamente la esquivaban o no la rozaban por los pelos.

Para ella sólo eran fantasmas, tan poco importantes como la lluvia que la empapada. A él también le empapaba la lluvia, y parecía molestarle a juzgar de cómo se cubría la cabeza con una cazadora de cuero gastado que había visto tiempos mejores.
A medida que él se aproximaba a ella, andando en medio de la multitud, la joven dejaba su mente divagar entre los recuerdos. 
Tenía en su memoria muchos momentos con él, algunos muy felices, otros, no tanto. Se preguntaba:

¿Hubiéramos quedado después de los ensayos del viernes?
¿Habríamos ido de fiesta juntos después de cada concierto?
¿Me hubiera besado delante del público tras compartir escenario?
¿Me habría llamado para contarme cuánto odia que sea domingo?
¿O yo cuánto odio los lunes?
¿Hubiéramos seguido hablando sobre cuánto le agobia el trabajo?
¿O a mi la universidad?
¿Hubiera dejado de echar de menos unos pies fríos bajo las sábanas al despertar?
¿Hubiéramos suspirado en cada abrazo?
¿Se hubieran entrelazado más veces nuestras manos?
¿Y nuestras voces?
¿Hubiéramos guardado más recuerdos como los que se perdieron en Galicia?
¿Habríamos disfrutado más besos a un euro?
¿Habrían habido más cafés entre semana?
¿Más besos sobre el capó del coche?
¿Habríamos llorado, reído?
¿Nos habríamos peleado y reconciliado por los celos y otras tonterías?
¿Él hubiera descubierto al fin cómo ser feliz?
¿Y yo?
¿Hubiera siquiera funcionado?
¿Si tuviera que acabar, hubiera terminado bien?
¿Lo hubiera recordado con cariño?

Y mientras se preguntaba todas esas cosas, él se acercó. Ella le miraba, buscó sus ojos, su rostro. Pero no los encontró. Él simplemente mantuvo la cabeza agachada bajo la cazadora, protegiéndose de la molesta lluvia. Y la traspasó como el aire, prosiguiendo su camino a su espalda, deseando por fin llegar a casa. Mientras ella perdía una lágrima bajo la lluvia, y se desvanecía sin dejar más rastro que un peregrino recuerdo en su cabeza, que le hizo mirar por fin hacia las nubes tormentosas y preguntarse…

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